El lavabo.
Me acabo de despertar, bienvenido al mundo… He pasado toda la noche en la calle, entro en mi casa y voy directo hacia el lavabo.
Pasan 5 minutos de la media, queda poco para las ocho de la mañana. En la planta de arriba se acaba de despertar mi vecina, sé que es ella, le escucho los tacones, es la única mujer en su casa, y hasta donde yo sé, nadie más usa ese calzado. Seguramente, como yo, se acaba de despertar, pero ella no viene de la calle, viene de su cama, y va caminando hacia su lavabo, queda justo encima del mío. Siento como si estuviera pisándome con sus tacones y eso me molesta. No es que no me gustara sentir el roce de sus zapatos en mi piel, pero en las orejas, esas notas musicales de sus tacones golpeando contra el suelo que retumba, en mi cabeza, estropean las melodías estridentes que he estado escuchando toda la noche. Un sinfín de ruidos sin ritmo ni tesitura alguna, esa música a la cual llamo “pitido en las orejas”.
Hace tres minutos exactos que me detuve frente al espejo, más bien lo llamaría vidrio, ese de ahí delante no soy yo, estoy seguro de ello, ayer por la noche me miré al mismo espejo, pero insisto, me lo han cambiado, eso es un vidrio, ahora, no un espejo, vaporizado por el agua caliente de la ducha, poco a poco se iba apreciando mi silueta, esbelta, no decía nada y movía los labios al mismo momento que yo, no tenia nada que decir, pero seguramente, como siempre, dije algo en voz alta, para asegurar que no perdería mi voz durmiendo en la calle, mejor dicho, yendo a otros mundos, tales como los sueños cuando uno duerme, pero en la calle. Estoy seguro, era mi reflejo. Todo esto que cuento sucedió ayer por la noche. Hoy no, no estoy seguro, Ese chico tiene los ojos mas grandes y parece que quiere decirme algo, mueve los labios, pero no tercia palabra alguna, parece nervioso y me río de el, o de mi, el también se ríe de el…o de mi.
Seguramente no tiene una vecina tan guapa como la mía, sí, la de los tacones, pero miro hacia arriba en un suspiro, porque se que aun esta en su lavabo, oigo su grifo abierto. El chico de delante también mira hacia arriba, quizá también suspira por alguien, tiene una vecina o que sé yo, pero si la tiene no es tan guapa como la mía. Eso seguro.
Al ruido del grifo de mi vecina, abro el mío, sabrá que estoy despierto, quizá eso le resulte curioso, estoy en el lavabo justo en el mismo momento que ella.
Pero, ¡qué veo!, El chico de enfrente también ha abierto el grifo, no podemos gastar tanta agua, intento hablar con el, aunque sigo sin entender el porque le tiemblan los labios pero no voy a preguntárselo. Antes de enfadarme, porque parece ser que ni siquiera me escucha, opto por hacer algo para que me entienda, reduzco mi grifo a la mitad de su caudal, y exacto, hace, justo, eso mismo. Buen chico
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